serie #MisAnécdotasCon … JUAN NAVARRO BALDEWEG

Juan Navarro Baldeweg, uno de los más relevantes artistas españoles del último cuarto de siglo, acaba de ser merecidamente galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura 2014 del Ministerio de Fomento.

Digo artista, porque así se considera Navarro Baldeweg a sí mismo, siendo yo muy respetuoso con todo lo que él dice. Para mí, JNB es un excepcional pintor, un gran profesor, una persona tímida y reservada, afable cuando se siente cómodo, pero también temible cuando alguien se atreve a violentar alguna de sus creaciones.

Pero sobre todo, JNB es uno de los mejores arquitectos vivos, uno de los más completos. JNB es un arquitecto al que es difícil encontrar un manchón en su trayectoria, una obra a esconder. Toda su producción, muy personal, tiene un gran interés. Creo que JNB tiene, es todavía relativamente joven, mucho que aportar.

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Juan Navarro, cántabro, se presenta como artista visual. Sin duda lo será. Tal vez por ello, visualiza tan bien, antes de que existan, los espacios que genera, tal vez por ello,es un arquitecto “desde dentro”. Su obra arquitectónica, siempre perfectamente integrada en el medio natural o en la ciudad en la que se inserta, alcanza su mayor interés en los espacios que la generan.

En cualquier escala, como en su ópera prima, La Casa de la Lluvia en Liérganes, o debajo de la pequeña cúpula, con embrujadora acústica del maltratado Museo Hidráulico de Murcia. También cuando  tiene que resolver grandes retos, como en los espacios más públicos de la Biblioteca Hertziana de Roma. Y en Mérida, reestructurando molinos en Córdoba. Por supuesto, en Salamanca, en San Francisco el Grande, en Burgos, incluso en Altamira, hasta en Basilea, cuando trabaja para unos laboratorios privados.

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Siempre me han cautivado los espacios proyectados por Navarro Baldeweg, en principio tan abstractos, pero tan generadores de tantas buenas sensaciones cuando son vividos. Navarro Baldeweg, en principio tan reservado, pero tan cautivador con su educada  personalidad.

Tuve la suerte de conocer a JNB, de ser su alumno y posteriormente de habérmelo cruzado en diferentes situaciones en la vida. Como siempre en esta serie, más que analizar su analizada obra, comparto alguna de las vivencias cerca de Navarro, alguna de las anécdotas que pueden ayudar a conocer aspectos desconocidos de su vida y que a su vez pudieran aportar aspectos desconocidos de los contextos en los que se produjo su obra. Vamos con las ANEC_. 

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Cuando cursé una asignatura llamada, no sé el motivo, Elementos de Composición,en tercero de arquitectura, Juan Navarro acababa de obtener su cátedra. Era una asignatura con dos catedráticos, otra rareza de la época. El ya muy conocido y prestigioso Antonio Fernández Alba era el otro catedrático de la citada asignatura, tenía su equipo propio de profesores, su propio programa. Navarro Baldeweg, con la colaboración de unos jovencísimos profesores, con muchas ganas de enseñar y casi sin programa, tenía la suya.

Es decir, Fernández Alba y Juan Navarro eran catedráticos de dos asignaturas muy distintas, que tenían un nombre común. Los alumnos podían caer en un sitio o en otro, probablemente quedando marcados para siempre. En mi caso, respetando y admirando a Don Antonio, me alegro mucho de que el destino me llevara cerca de Navarro. Tal vez me perdí muchas clases magistrales del salmantino, pero aprendí a buscar mi propio camino.

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El grupo de jóvenes profesores, entonces llamados penenes, que no era ningún palabro ofensivo, sino que respondía a las siglas de profesores no numerarios, estaban más cercanos en edad a los estudiantes que al catedrático, aunque también éste era joven.

José María Mercé, Pedro Moleón, entre otros PNNs, formaban con los alumnos y con el catedrático un grupo muy unido, que debatía sin jerarquías, sin ideas preestablecidas, que compartía conocimientos, experiencias, sensaciones, hallazgos.

Aquel año, nos propusieron, inicialmente, varios proyectos en entornos relacionados con el arquitecto Juan de Villanueva. Uno junto al Observatorio Astronómico, otro en el Jardín Botánico, otro en el interior del Museo del Prado. Cada uno de los trabajos comenzaba con una sesión en la que Navarro compartía con nosotros algún proceso creativo suyo, al que no encontrábamos relación alguna con el trabajo que nos habían encargado.

Después nos repartíamos, en pequeños grupos con cada uno de los profesores. Dibujábamos en clase y debatíamos mucho. También, dibujábamos en el lugar donde debíamos desarrollar los proyectos, hasta que, creyendo que teníamos nuestras propuestas finalizadas, las entregábamos. Las propuestas formales, estaban bastante desarrolladas, en su mayoría con torpeza y siguiendo las tendencias de aquella época.

Entonces volvía a entrar en escena Navarro Baldeweg. Volvíamos a realizar varias sesiones de terapia colectiva. JNB hablaba y hablaba, él, una persona de tan pocas palabras. Parecía que estaba corrigiendo los proyectos presentados, pero no,disertaba sobre los procesos creativos, hablaba de cómo afrontar los problemas desde dentro, nos enseñaba su técnica de usar experiencias sensoriales para abordar procesos racionales.

Cuando acababa, nos concedía quince días para entregar los proyectos que nosotros considerábamos que ya habíamos entregado, es decir, ignoraba nuestras propuestas, que recogíamos y nos la volvíamos a llevar a nuestras casas. Debíamos empezar de nuevo. Algún alumno, no lo entendía y dejaba la asignatura o trataba de cambiarse a la cátedra de Fernández Alba. Otros, aunque en principio enfadados, volvíamos a empezar tratando de aplicar sus reflexiones. En los concedidos quince días, mucho más sueltos, producíamos otras propuestas más inacabadas, pero vividas desde dentro, desde dentro del lugar, desde dentro el espacio que íbamos generando.

En la última y definitiva sesión de terapia, se mostraba mucho más cercano, nos hacía ver valores de nuestros proyectos, de nuestros procesos, que ni siquiera nosotros veíamos. Cuando pensábamos que íbamos a tener unos días para finalizarlos, nos recogían las propuestas y nos encargaban el siguiente trabajo, repitiendo un proceso del que no fuimos conscientes hasta mucho tiempo después.

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ANEC_2.

El Ayuntamiento de Murcia, allá por el año 2002, con cualquier disculpa que se le ocurría, encargaba un nuevo puente. El tramo urbano del río Segura estaba plagado de “Calatravas”, “Manterolas”, etc.., que en aquellos momentos eran profesionales que gozaban de un gran prestigio.

Llegaron a construirse tres, a poca distancia uno de otro. Pero en aquel año, se pretendía llevar a cabo una descabellada iniciativa consistente en construir un nuevo puente REDONDO. Sí, han leído bien, UN PUENTE REDONDO, un oximirón constructivo, un puente, que en sus recreaciones digitales con ambientación nocturna, podía asimilarse con un tiovivo.

El puente era en realidad una disculpa para potenciar un descomunal aparcamiento, donde algún concejal tenía algún interés añadido al meramente urbanístico. El proyecto se llevaba por delante un histórico jardín público. Además se proyectaba una autopista paralela al río, convirtiendo una fisura en una gran grieta urbana. Todo el proyecto se iba a desarrollar en la zona donde está ubicado el Museo Hidráulico, o Museo de los Molinos del Río de Juan Navarro, meritorio edificio muy maltratado por el Ayuntamiento.

Ahora aprecio la gran pedagogía, el gran pedagogo que era Juan Navarro. El gran arquitecto no nos enseñaba teoría, no nos marcaba tendencias, no valoraba grandes hallazgos, Navarro Baldeweg nos ayudaba a encontrarnos a nosotros mismos, a que buscáramos en nuestro interior, a que supiéramos abordar nuestros propios procesos creativos. JNB, GRAN PEDAGOGO.

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El COAMU, del que yo era vicedecano, tenía en aquellos momentos una directiva, recién elegida, muy combativa, colaboradora de muchas iniciativas ciudadanas. Éramos muy propositivos. Nos opusimos a la barbaridad urbana, convocando un concurso alternativo, que denominamos “El Tramo Urbano del Río Segura”, que pretendía una actuación integral en dicho tramo que consiguiera unir las dos márgenes, integrando a los barrios del sur de la ciudad.

El concurso tuvo una gran repercusión mediática, una elevada participación y dio lugar a una serie de propuestas, todavía muy vigentes y tal vez muy necesarias de recuperar. Pues bien, como no podía ser de otra manera, además de designar a Navarro Baldeweg como miembro del jurado, solicitamos su colaboración, encargándome yo de realizar las gestiones pertinentes.

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Cuando llamé a Juan, me identifiqué, le expliqué todo el conflicto y le solicité su colaboración. La sorpresa fue total, el tímido y educado, siempre suave en las formas,Navarro Baldeweg, comenzó a reñirme, teniendo que aguantar una de las broncas más fuertes que nunca había sufrido. No entendía nada, era una terrible sensación, llamas a uno de tus ídolos para pedirle ayuda en una causa, que yo creía noble, además de necesaria y recibes una tremenda regañina.

Poco a poco fui entendiendo que Juan me identoficaba con el Ayuntamiento, que tan mal había tratado a su edificio. Cuando yo le explicaba que no teníamos nada que ver con los destrozos, sino todo lo contrario,  que habíamos denunciado aquella aberración. Le indicaba que yo representaba al Colegio de Arquitectos, que era quien le estaba apoyando. Entonces arremetía contra el Colegio por no haberlo defendido, además de haberlo denunciado ante la Comisión Deontológica, por no haber visado el proyecto del Museo Hidráulico, algo que yo ignoraba por completo.

Unos días después le volví a llamar. Le aclaré que yo era de una directiva nueva, además de ser su rendido admirador, antiguo alumno y que me solidarizaba totalmente con él. Pero aquel día tampoco hubo nada que hacer, su enfado le impedía escucharme, viendo que la colaboración solicitada, de la que su edificio, sin duda, se iba a beneficiar, era misión imposible.

La situación se agravó, cuando los citados deontólogos, que eran un órgano independiente, lo sancionó por no visar el proyecto. Sin entrar en cuestiones legales, sufrí un gran bochorno presenciando como la ciudad en la que vivía, maltrataba un gran edificio y el Colegio, en el que yo tenía responsabilidades, sancionaba a su autor. Era todo muy duro para mí y sobre todo era una situación totalmente incomprensible.

Pese a todo, el concurso que nosotros organizamos, fue un éxito, tanto de participación como por la gran calidad de sus propuestas. Estas propuestas fueron muy difundidas y siempre las lleva algún partido político en sus programas electorales. Por supuesto, la descabellada propuesta municipal fue retirada. Es decir, conseguimos todo lo que pretendíamos, pero yo siempre tuve una sensación agridulce por el desencuentro con el “admirado maestro”.

FOTO MESA DE IZQ. A DCHA: FDO DE CORDOBA,RAMON GONZALEZ, DIRECTOR REAL ACADEMIA DE SAN FERNANDO,BEATRIZ CORREDOR MINISTRA DE VIVIENDA, CARLOS HERNANDEZ PEZZI PTE DEL CONSEJO SUPERIOR DE ARQUITECTOS DE ESPA„A Y CARLOS VIDAL PINAR SANZ-CEBOLLOS SECRETARIO DEL CONSEJO SUPERIOR DE ARQUITECTOS DE ESPA„ANavarro Baldeweg, Medalla de Oro de la Arquitectura 2008 El premio, concedido anualmente por el Consejo Superior de Arquitectos de Espa–a, ha reca’do este a–o en Juan Navarro Baldeweg. "Su trayectoria refleja constancia, renuncias y una atenci—n poliŽdrica a todas las vertientes de la Arquitectura", ha escrito el Jurado del premio. Actualizado 17/09/2008 MADRID, Espa–a (S—lo Arquitectura) -- En el acta del jurado, ratificada el pasado d’a 10 de septiembre, se puede leer el siguiente acuerdo: "Conceder la Medalla de Oro de la Arquitectura Espa–ola 2008 al arquitecto Juan Navarro Baldeweg porque asume el lugar y la historia de la Arquitectura y responde con una Arquitectura escueta que abre caminos. Su trayectoria refleja constancia, renuncias y una atenci—n poliŽdrica a todas las vertientes de la Arquitectura. Entre los candidatos que optaban este a–o al premio, estaban Alberto Campo Baeza, Javier Carvajal Ferrer y Guillermo V‡zquez Consuegra, entre otros. Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939), es tambiŽn conocido por su faceta de pintor y escultor. Entre su obra arquitect—nica se encuentra el Centro de Servicios Sociales y Biblioteca en la Puerta de Toledo de Madrid, el Palacio de Congresos y Exposiciones de Salamanca, la Sede de Consejer’as para la Junta de Extremadura en MŽrida, el Museo de las Cuevas de Altamira en Santillana del Mar, y Teatro del Canal, en Madrid.

Con el tiempo, en ambientes más distendidos, pude explicar bien a Juan que papel jugaba yo en aquella historia, que pretendíamos con nuestra iniciativa alternativa e incluso le llevé la propuesta definitiva, que no fue la ganadora del concurso, sino una posterior que elaboramos en mi estudio, tras realizar un taller que coordiné con muchos de los participantes. Alabó la propuesta, pero sobre todo alabó el proceso creativo. Nunca le dije que gran parte de la forma de acometer el proceso la había aprendido, casi veinte años atrás en sus clases.

Tengo bastantes más anécdotas, que compartiré en otro post, pero hoy quería transmitir las sensaciones que me trae Navarro Baldeweg, tanto su manera de estar en el mundo, su talento, su creatividad “desde dentro”, su forma de acometer esos procesos creativos, todo ello conocido y afortunadamente, hoy reconocido.

Pero además, con estas dos anécdotas quería compartir, como Juan, no sé si pretendiéndolo, ha enseñado a generaciones de arquitectos a encontrar sus propios procesos creativos. También quería compartir su infinito amor por el resultado de esos procesos, la defensa de sus creaciones, convirtiendo un pacífico ser en un padre herido.

Creatividad, procesos, pasión en la defensa de sus creaciones, Juan Navarro Baldeweg, un artista completo.

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