la gentrificación, o conquistar barrios sin derramar sangre

En los barrios de la ciudad tradicional convivían las diferentes clases sociales, desarrollándose  conjuntamente los diversos usos de la actividad humana. Tras la revolución industrial y de manera más acusada después de II Guerra Mundial, se produjo lo que después se conoció como “sectorización”.   Esto es, se empezaron a diferenciar unas porciones de la ciudad de las otras, según las actividades principales desarrolladas en cada una de ellas. Pero sobre todo comenzaron a diferenciarse por la clase social predominante que habitaba en cada barrio.

En el lenguaje coloquial empezó a ser habitual hablar de barrios altos, “barrios bajos”, “barrios obreros”, etc…. La referida sectorización, unas veces fue planificada y otras se desarrolló de una manera espontánea, provocando, muchas veces, segregación de usos y de personas. Cada barrio pasó a estar habitado predominantemente por una clase social determinada. Esto sucedía tanto en los barrios de nueva creación, como en determinadas zonas consolidadas de la ciudad tradicional.

Pero la sectorización por zonas de la ciudad, espontánea o planificada, no era un fenómeno estático, sino que estaba en continua evolución. Queremos decir, que los usos predominantes que se daban en una determinada zona, podían ir cambiando con el paso del tiempo, como también podía ir cambiando, más o menos lentamente, la clase social mayoritaria que habitaba en un barrio concreto.

Este fenómeno dinámico se desarrolló frecuentemente en los polígonos creados en las grandes ciudades para albergar a los trabajadores que emigraban desde zonas rurales. Según iban prosperando sus pobladores comenzaban a trasladarse a otros barrios, que ellos consideraban mejores para que vivieran sus hijos. Los huecos que dejaban eran cubiertos por una población de inferior nivel económico, que a su vez dejaban otros huecos en otros barrios más humildes. Este fenómeno conocido como “Invasión y Sucesión” iba ocasionando que determinados barrios iban bajando de “nivel social y económico”, pasando a estar más abandonados, con lo que se provocaban nuevas huidas y nuevas “invasiones”, hasta convertirse en “barrios marginales”. De este fenómeno deInvasión y Sucesión y de sus posibles soluciones nos ocuparemos en otro artículo.

Hoy estaremos centrados en el fenómeno contrario, es decir, en el de los barrios populares con muchas carencias, normalmente situados en los centros urbanos, que son invadidos, poco a poco, por personas de un mayor poder adquisitivo, que van expulsando a los antiguos habitantes. Al referido fenómeno se le ha denominado recientemente “gentrificación”, palabro que viene del término sajón  “gentry”, que en una libre traducción, podríamos asimilar a “burgués”. Por lo tanto, la gentrificación de un barrio, podría ser entendida como el aburguesamiento de una determinada zona de la ciudad.

Pero el fenómeno de la “gentrificación” es mucho más complejo que un simple aburguesamiento, porque lleva implícito la expulsión de la mayoría de los habitantes de un barrio, normalmente las personas más necesitadas. Conlleva, además, un cambio radical en las formas de vida. Todo ello aparece, ante los habitantes del resto de la ciudad, bajo la apariencia de una sensible mejora de la calidad urbana de la “zona gentrificada”. Esta mejora indudablemente se produce, pero la disfrutan los nuevos habitantes del barrio, además de otros ciudadanos, de elevado poder adquisitivo, que acuden a consumir a la nueva “zona conquistada”. Pero la mayoría de los antiguos habitantes ya no están, han sido expulsados.

Como hemos indicado, la “gentrificación” puede producirse de una forma espontánea, con la llegada de nuevos elementos vanguardistas, normalmente artistas o profesionales liberales, que van atrayendo a otros elementos similares, dando visibilidad, singularidad, modernidad y colorido a la zona. Lógicamente se produce una subida de precios, de una manera inmediata, tanto en las viviendas como en los locales comerciales. Por supuesto  también se produce un rápido encarecimientos de todos los bienes y servicios que se ofrecían en la zona. Muchos de estos bienes, que eran de primera necesidad, son sustituidos por otros nuevos productos y servicios totalmente inalcanzables para los antiguos habitantes.

Pero lo normal es que el proceso real de “invasión y sucesión inverso”, con independencia de algún “elemento activador espontáneo”, se acelere por la acción planificada de potentes grupos inversores, apoyados por los poderes municipales.

Es difícil entender que estas zonas céntricas que habían estado totalmente abandonadas, que se encontraban muy deterioradas, con carencia de servicios básicos, zonas  donde prácticamente no se había invertido nada, de repente, de la noche a la mañana, empezaran a recibir grandes inversiones. La disculpa con la que se justificaba el repentino cambio inversor era la manida mejora de la “calidad urbana”, que llevaba implícita la limpieza de los supuestos elementos indeseables, la erradicación de la prostitución, del tráfico de drogas, etc…

Pero las fuertes inversiones recibidas no eran para mejorar el nivel de vida de los primitivos habitantes del barrio, sino que estaban hechas para facilitar el negocio de los “invasores” que, poco a poco, iban desembarcando.

No queremos ser “mal pensados”, pero la estrategia de “conquista, sin derramamiento de sangre” del barrio suele estar bastante bien planificada, creemos que es menos espontánea de lo que pudiera parecer. Al principio se emplea la táctica del “cuanto peor, mejor”, abandonando, más si cabe, a la zona. Se le introducen elementos indeseables, se practican redadas, se proclama  a los cuatro vientos la inseguridad del barrio. En paralelo, se suelen activar “comandos de intermediarios comerciales”, con la participación de algún habitante traidor a su barrio, que comienzan a adquirir para terceros, a bajísimos precios, locales, viviendas, edificios enteros e incluso antiguos derechos de uso, servidumbre, de vistas, paso, etc…

Cuando ya se han “tomado posiciones” se apoya a algún elemento vanguardista, muy colorista, para que se establezca en el barrio. Se eligen  elementos que tengan capacidad de liderazgo, para que actúen, a modo de “punta de lanza”. Los elegidos, probablemente,  ignoran que están siendo apoyados. Estos elementos de avanzadilla, normalmente muy vanidosos, creen que su repentino éxito sólo es debido a su gran talento y a su gran “visión de futuro”.

En paralelo, los poderes municipales comienzan a invertir, algo que nunca habían hecho. Se suelen peatonalizar calles, se acostumbra a insertar modernos y coquetos equipos de mobiliario urbano. Por supuesto, ahora sí, se comienza a dotar de  mucha seguridad a la zona. También se empiezan a fomentar actividades culturales, principalmente lúdicas, destinadas al conjunto de los habitantes de la ciudad, cuidando atraer y llamar la atención sobre los sectores más atentos a las modas y a nuevas tendencias.

Si hiciera falta se llamaría, para que “echaran una mano” sin saber que estaban echándola, a algún prestigioso grafitero, para decorar alguna medianera, dando un barniz vanguardista al barrio. También suele ser llamado algún “colectivo de arquitectos” que visibiliza sus atractivas teorías colaborativas, construyendo “instalaciones efímeras” con palets de madera y otros materiales reciclados,  en algún estratégico solar del barrio. Y finalmente todo se difundirá, a bombo y platillo, en los suplementos dominicales y en prestigiosos blogs que marcan tendencia, además de, por supuesto, en las redes sociales.

Con la reactivación de la zona, ahora muy viva, multicolor, diversa, vanguardista, coqueta, segura, animada………. estaría la mayor parte del trabajo hecho. Los locales, viviendas, edificios y derechos estaban ya en manos de inversores, de socimis, de sicavs y otras modernas reencarnaciones de los tradicionales usureros.

El valor de todos los inmuebles se habrá multiplicado por diez. Los alquileres se habrán multiplicado por quince. Los productos de primera necesidad que ahora son vendidos en bonitas tiendas franquiciadas, habrán visto duplicado sus precios. Por último, los nuevos productos que se ofrecen en la zona, además de innecesarios son totalmente inalcanzables para los antiguos habitantes del barrio.

Los individuos, familias y pequeños comerciantes del “gentrificado barrio”, por fin, vieron su sueño realizado. Su barrio de toda la vida, con tantas carencias, tan abandonado, se había convertido en un bonito y agradable lugar donde vivir: limpio, seguro, alegre, además con una fama y visibilidad que les llenaba de orgullo………………….. Pero se dieron cuenta de que ya no podían vivir en su querido barrio, no tenían dinero para pagar el alquiler, mucho menos para comprar su vivienda o un local para su pequeño negocio. Tampoco tenían dinero para comprar los caros productos del barrio, ni siquiera los más necesarios…….No había otro remedio, se tenían que ir a vivir a otro barrio que probablemente tendría las mismas carencias que tenía el suyo antes de ser “gentrificado”.

Por lo tanto, bajo la anglosajonada denominación de “gentrificación”, nos encontramos ante un proceso de conquista, sin derramamiento de sangre, de las mejores zonas de la ciudad. Se produce con la rápida rendición y expulsión de sus habitantes. Las zonas conquistadas son tomadas por grandes cadenas comerciales y por potentes inversores de nuevo cuño y sofisticados nombres. Bajo la apariencia de modernas, variadas, alegres, dinámicas, seguras zonas, en realidad, suelen ser procesos especulativos, donde se crean pequeños parques temáticos, con la complicidad, tal vez sin saberlo, de los sectores más vanguardistas de nuestra sociedad.

Artículos relacionados

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *