la seguridad a través de salas de lectura | Francisco Camino

En una acción conjunta entre el INFONAVIT, un organismo que gestiona la vivienda pública en México y el CONACULTA, institución para la difusión de la Cultura y las Artes, que ha donado los libros para cada Unidad de Barrio, se ha acometido una admirable acción urbanística en varias ciudades y poblaciones mexicanas, como Puebla, Sinaloa, Oaxaca, Yucatán o Nayarit, entre otras. En varios lugares muy vulnerables y con diversos problemas sociales, con la característica común de tener vacíos urbanos, informes, sin carácter alguno, se han ido insertando unos elementos arquitectónicos modulares, que han ordenado los entornos, albergando actividades culturales y sobre todo dando seguridad a los barrios donde se insertaban. 

Los objetos arquitectónicos insertados son unos elementos modulares, de 2,5 x 5 metros, es decir, del tamaño de una plaza de aparcamiento, que pueden tener uso autónomo o irse acoplando, tanto en horizontal como verticalmente. Los módulos funcionan como lugares de reunión y esparcimiento del barrio. Están equipados con aseos, mesas de trabajo, ordenadores y mobiliario exterior, dándole una continuidad en la calle, generando un espacio controlado y con vida. Están ligeramente elevados para evitar que se vean afectados por inundaciones.

Los cubos modulares pueden insertarse en cualquier lugar residual, o vacío urbano, carente de servicios comunales o de espacios cívicos. Se parte de cubos modulares de 5x5x5m, capaces de albergar espacios tanto para trabajar, como de lectura, que admiten el crecimiento por unión de dos o más módulos, tratando de fomentar la apropiación del espacio exterior. Son elementos muy transparentes, aportando seguridad a los espacios públicos donde se insertan. Por la noche, cuando están cerrados, los módulos, iluminados desde el interior, son como linternas o grandes luminarias del barrio, que muestran siempre lo que sucede en el interior.

Los materiales usados fueron elegidos por su durabilidad y accesibilidad, propiciando que los propios usuarios, siguiendo unas reglas de montaje y composición, puedan “replicar” nuevos módulos, generando pequeñas “unidades de barrio”, a modo de plaza pública que articule unos, hasta ahora, “no lugares”. Estas piezas, generadoras de vida y aportadoras de seguridad,  confieren un cierto sentido de pertenencia a los residentes de las comunidades donde son insertadas.

La propuesta arquitectónica de la arquitecta Fernanda Canales, aunque se ha insertado en diferentes ciudades, con idénticos criterios, para ordenar zonas desestructuradas y carentes de servicios públicos, dotando a los barrios de lugares de reunión y de cultura, además de ser garantes de una seguridad antes inexistente, pueden ser, fácilmente “personalizables”, a las características de cada comunidad. Pero lo más importante de la propuesta es la de dotar de seguridad ciudadana gracias a las salas de lectura y reunión. Leer más aquí

Francisco Camino Arias | Arquitecto

@pachocamino

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