viviendas discontinuas para familias dispersas
Escuchamos, leemos, comentamos sobre lo que el mundo ha cambiado. La vieja arquitectura ya no resuelve los problemas humanos, las rígidas viviendas complican la vida y no resuelven las necesidades de los nuevos y diversos modelos familiares.
Personas solteras, que viven solas, se casan, después tienen hijos, después se separan, después se emparejan con otras personas que aportan hijos de otras experiencias anteriores. Nuevas parejas que traen a sus padres mayores……En cada cambio, se hace necesario mudarse de vivienda o ejecutar caras reformas que sólo sirven hasta que se produzca el nuevo cambio de situación.
Por otro lado, surgen nuevos tipos de agrupaciones familiares, grupos de inmigrantes, parejas del mismo sexo, estudiantes conviviendo con mayores, residencia y trabajo en el mismo espacio… Infinitas combinaciones humanas cuyas necesidades no las resuelven los rígidos programas de vivienda para un momento concreto y mucho menos resuelven, por su falta de flexibilidad, cuando las necesidades cambian a lo largo de la vida. De todo ello, hemos hablado hasta la saciedad en nuestros foros profesionales y algunos arquitectos llevamos años experimentando con otros modelos de vivienda más flexibles.
Pero, hoy yo no quería hablar de este asunto del que tanto he hablado y del que tanto hemos discutido. Hoy quería compartir un nuevo problema detectado, un nuevo problema que estoy sufriendo, que muchos estamos sufriendo. Este problema, casi el negativo del anterior, es el que sufren familias, más o menos convencionales, en una concepción convencional del concepto convención, familias bien avenidas, de, por ejemplo, dos personas felizmente emparejadas, con su hipotecada residencia ubicada en una mediana ciudad, donde antaño trabajaban ambos, con dos hijos haciendo boloñeses Másters, en dos ciudades distintas entre sí y distintas de la anterior. Con uno de los cónyuges trabajando en otra ciudad, distinta de todas las anteriores y con los padres de dichos cónyuges, con problemas de dependencia, viviendo, solos, en sus ciudades de origen, por supuesto diferentes de las anteriores.
Es decir, cuatro miembros de una feliz familia muy unida, con dos padres, enfermos y dependientes de sus hijos, esto es, seis personas, víctimas del nuevo capitalismo, de los recortes, de políticas injustas y sobre todo muy absurdas, tienen que pagar una hipoteca, cuatro alquileres, con sus fianzas y meses por adelantado, cinco recibos de luz, cinco de agua, cinco de gas, seguros obligatorios, comunidades, ibis, etc… Seis personas que antaño podrían vivir juntas, bajo un mismo techo, compartiendo afectos, solidaridades intergeneracionales, menús y coladas, hoy ya no pueden hacerlo, porque los intereses de las grandes corporaciones les hace vivir dispersos en distintos lugares.

No pasaría nada y hasta podría resultar enriquecedor. Familias internacionalistas, cosmopolitas, “con mucho mundo”. Pero la actual concepción de las ciudades, de las redes complementarias entre ciudades, los inmuebles rígidos, el sistema de propiedad, la infrautilización de lo existente, la poco desarrollada y castigada economía colaborativa, los intereses de las supranacionales y una nula visión política, provocan, como en tantos otros problemas, sufrimiento y dificultades.

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He descrito un ejemplo, más o menos habitual, pero puedo describir otros, distintos pero igualmente desesperantes para familias medias, medias en todas las acepciones del término, a las que las injustas y absurdas políticas han complicado mucho su existencia, pero lo que es peor, a las que el rígido, absurdo y mercantilista viejo urbanismo, junto con las inexistentes políticas ciudadanas más la defensa de los poderosos y de omnipresentes corporaciones, impiden buscar soluciones, que, sin duda existen.
Es completamente necesaria otra política, otra forma de hacer política, otra forma de gestionar las ciudades, otra manera de conectar redes de ciudades. Es completamente necesario un urbanismo adaptativo, un urbanismo flexible, un urbanismo para la temporalidad, un urbanismo para el #MientrasTanto.

Es completamente necesaria una nueva economía, una economía que permita compartir, que genere riqueza, resolviendo los problemas de la gente, que ayude a que unos puedan aprovechar lo que a otros les sobra y otros terceros puedan vivir gestionándolo de una forma cercana.

Es completamente necesario actuar sobre lo existente en nuestras ciudades, en nuestros inmuebles, en nuestras mentes. Es necesario poder sobrellevar situaciones como las descritas de una forma más humana, más económica, además de generar riqueza resolviéndolo.
Hoy he expuesto el problema, en los próximos días iré compartiendo posibles soluciones. Si ni los actuales dirigentes, ni las actuales políticas, ni las actuales leyes permiten cambiar la actual rígida situación me conformaría con que nos la dejaran cambiar a los que la sufrimos, que de una manera u otra somos la mayoría de los ciudadanos.

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