crowdfunding en la construcción

Muchas buenas ideas nunca pudieron ver la luz por no encontrar la financiación necesaria para poder ser construidas. Muy pocas personas han tenido capacidad económica para iniciar una aventura que implicara acometer alguna acción constructiva. Incluso ha sido difícil poder realizar una pequeña reforma para adaptar una construcción existente a alguna propuesta interesante. Nada de lo anterior se podía llevar a cabo si no se tenían recursos económicos ni solvencia para solicitar financiación.

La iniciativa privada ha estado centrada en producir una ingente cantidad de viviendas, fueran necesarias o no, con unos criterios que no se adaptaban a ninguno de los diversos modos de vida actuales ni tampoco a las diferentes maneras de agruparse. Las entidades financiadoras tampoco han destacado por su capacidad imaginativa, ni por arriesgarse a colaborar con proyectos alternativos.

La iniciativa pública tampoco ha hecho ningún esfuerzo para adaptarse a las nuevas demandas sociales. Sólo en alguna zona concreta, como el País Vasco o Asturias, se ha realizado una aceptable política de vivienda, con algún pequeño matiz innovador. Pero la actividad constructora pública, algunas veces frenética, ha estado centrada en las grandes infraestructuras y en ambiciosos proyectos, pretendidamente emblemáticos, unas veces necesarios y otros simplemente propiciados para poder generar actividad constructora, como fin en sí mismo.

En los últimos años, muchas interesantes iniciativas, individuales o colectivas, se han visto frustradas por carencia de medios, pero sobre todo por la escasa visión de financiadores públicos o privados y por las pocas fórmulas existentes para poder obtener recursos económicos.

Afortunadamente un sector cada día más numeroso de la población está contribuyendo a cambiar muchas formas de actuar, ensanchando los caminos a recorrer. Expresiones como “Inteligencia Colectiva”, “Economía Colaborativa”, etc…. han pasado a ser una realidad en las iniciativas sociales. Y el conocido como “Crowdfunding”, “financiación colectiva” o “micro_mecenazgo” ha comenzado a convivir con los modos tradicionales de financiación o de captación de recursos económicos.

Muchos libros, discos, películas, etc… han sido producidas y financiadas por este sistema de pequeñas aportaciones, recompensadas de diversas maneras. Pero parecía extremadamente difícil que esta nueva modalidad de financiación pudiera ser empleada en la arquitectura o en cualquier actividad que requiriera construir inmuebles o adaptar los existentes.

Jóvenes arquitectos, junto a otros profesionales, comenzaron a publicar sus investigaciones mediante este novedoso sistema de captación de recursos. Sus interesantes trabajos de investigación, de denuncia, o inteligentemente propositivos, que tenían difícil encaje en el mundo editorial convencional, comenzaron a ser “auto_producidos”, captando los necesarios recursos económicos a través de las redes sociales. Se  ofrecían  imaginativas compensaciones a los posibles mecenas que colaboraran.

Como ejemplo, señalamos la interesante iniciativa de “Nación Rotonda” de producir y editar un creativo trabajo, a modo de vademécum del horror, que catalogaba muchos de los desastres urbanísticos producidos durante el periodo de la “burbuja inmobiliaria

Otros jóvenes arquitectos trataron de recuperar interesantes edificaciones que se encontraban deterioradas o muy abandonadas, ante la desidia unas veces de sus propietarios, otras de las Administraciones Públicas actuantes y la mayoría de las veces a causa de las dos razones conjuntamente.

Destacamos la iniciativa de unos arquitectos en Galicia, con la plataforma “kuabol” de restaurar y recuperar una interesante obra del gran arquitecto gallego, Ramón Vázquez Molezún, conocida como La Roiba”. Una vivienda construida sobre una antigua fábrica de salazones en la localidad  pontevedresa de Bueu, sobre la playa de Beluso. A través de una web, creada para difundir la obra, se captaron recursos para su rehabilitación y con el apoyo de las redes sociales, se obtuvieron los fondos necesarios para frenar su deterioro y poder acometer la reparación de tan interesante obra.

Otros profesionales se lanzaron a construir pequeñas obras que habían proyectado, negándose a aceptar que sus propuestas se quedaran en el mundo virtual. En este apartado señalamos, a modo de ejemplo, la iniciativa de la arquitecta Izaskun Chinchilla y del equipo que coordinaba, que tras ganar un concurso en Nueva York, con el diseño de un ingenioso y bello artefacto, se lanzó a captar recursos económicos, a través de las redes sociales, para poder materializar la construcción del citado pabellón.

En los ejemplos expuestos puede apreciarse una voluntad de compartir los hallazgos y las propuestas por parte de sus autores. Por supuesto, todo lo anterior es muy encomiable, a pesar de haber recibido algunas críticas, pero lo más importante ha sido además de lograr materializar unas interesantes iniciativas, se han marcado unos posibles caminos para poder construir sin depender de estrechas rutas de financiación y sin necesidad de mendigar subvenciones, que en el hipotético caso de ser obtenidas, condicionarían y limitarían las propuestas. De una manera libre y sin tener que hacer claudicaciones, se pueden hacer realidad muchos sueños.

Pero lo más importante es que además de poder “sacar del mundo virtual” una serie de interesantes iniciativas individuales, con el “crowfunding” se pueden solucionar muchos problemas en el ámbito urbano y en la producción o recuperación de inmuebles.

Edificios abandonados o deteriorados pueden ser recuperados por sus propietarios mediante este sistema de financiación. Otros pueden ser adquiridos y posteriormente reparados o transformados para una determinada finalidad, sin tener que depender del visto bueno   de ninguna entidad financiera convencional, ni de ningún apoyo oficial. El “crowdfunding” puede ser  perfectamente aplicable, también,  a la adquisición de solares y a su posterior construcción. Incluso problemas urbanos, que parecen ser irresolubles, podrían llegar a solucionarse con el “micro_mecenazgo”.

Aunque los poderes económicos y políticos han intentado dificultar ese sistema alternativo de financiación mediante sucesivos cambios legislativos, es muy  difícil “poner puertas al campo” y poco a poco se va afianzando este nuevo modelo. El “crowdfunding” no es bueno ni malo en sí mismo, es simplemente una herramienta alternativa de captación de recursos económicos, que puede ser utilizada para objetivos que compartamos, o para otros con los que nos identifiquemos menos.

El “crowdfunding”, bien aplicado, debe conseguir atraer a “pequeños mecenas” o “micro_ inversores” hacia  proyectos con los que se puedan sentir identificados. También se debe saber recompensar a los referidos “micro_inversores” con retornos que no tienen que ser necesariamente sólo económicos. En  cualquier caso, el “crowfunding” debe saber utilizarse con mucha imaginación, para poder alcanzar los objetivos perseguidos, además de saber satisfacer y recompensar a los pequeños mecenas colaboradores.

En el mundo inmobiliario ya existen varias plataformas que utilizan el crowdfunding como sistema alternativo de financiación. En España está implantada la plataforma Houser, donde se puede participar como pequeño inversor con 500 € en un único proyecto o con 2.400 en cuatro proyectos diferentes. La referida plataforma cuenta con más de 800 micro inversores, a  los que se les ofrece rentabilidades superiores al 7%.

Pero, en realidad, estos proyectos empresariales son bastante convencionales, cambiando solamente el sistema de financiación, pero no el bien producido, la forma de ejecutarlo, ni el usuario tipo al que va dirigido. Evidentemente, se abren muchas posibilidades para producir modelos alternativos de viviendas o de inmuebles con varios usos mezclados, con innovadores materiales y sistemas constructivos, además de poder dirigirse a colectivos más amplios y más diversos.

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Desde este espacio nos gustaría alentar para que se exploraran las enormes posibilidades que tiene el sistema de financiación del “micro_mecenazgo” en el campo de la construcción, de la rehabilitación y del urbanismo. Creemos que con este modelo se podrían producir, de una manera totalmente diferente, construcciones o recuperaciones de inmuebles, adaptadas a las nuevas y diversas formas de vida, a las diferentes y cambiantes formas de agruparse. Se podría construir con materiales y técnicas innovadoras, más respetuosas con el medio ambiente. También se puede contribuir a facilitar la accesibilidad y el uso de las construcciones producidas a muchas personas que con los actuales modelos empresariales tienen muy pocas posibilidades de conseguirlo.

También sería bueno explorar la posibilidad de gestionar la solución de muchos irresolubles problemas urbanos, “iniciando los procesos” sin esperar a la lentitud, muchas veces ineptitud, de las diferentes Administraciones Públicas. Tan sólo se trata de tomar la iniciativa, buscar pequeños socios inversores, que sin duda verán recompensada su colaboración, no sólo económicamente. Se debe saber gestionar con imaginación, buscado complicidades para poder mejorar nuestras edificaciones, para poder mejorar nuestras ciudades y en definitiva, poder mejorar nuestras vidas. Nuevas e imaginativas maneras de poder financiar la puesta en marcha de nuevas e imaginativas ideas.

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