No pasaría nada y hasta podría resultar enriquecedor. Familias internacionalistas, cosmopolitas, “con mucho mundo”. Pero la actual concepción de las ciudades, de las redes complementarias entre ciudades, los inmuebles rígidos, el sistema de propiedad, la infrautilización de lo existente, la poco desarrollada y castigada economía colaborativa, los intereses de las supranacionales y una nula visión política, provocan, como en tantos otros problemas, sufrimiento y dificultades.
Es completamente necesaria una nueva economía, una economía que permita compartir, que genere riqueza, resolviendo los problemas de la gente, que ayude a que unos puedan aprovechar lo que a otros les sobra y otros terceros puedan vivir gestionándolo de una forma cercana.
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