En el centro de China se ubica el monte Song, también conocido como la Montaña Songshan , una de las cinco montañas sagradas del taoísmo, conocida como el “Centro Espiritual del Cielo y la Tierra”, que recibía la veneración de los emperadores. En sus faldas se construyó el Templo de Shaolín, de donde procede el budismo zen, además de las artes marciales Kung-fu. Está declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, junto a otros monumentos que constituyen un santuario cultural.
Construir en un lugar tan impactante y con tantas implicaciones “sagradas” era un difícil desafío, que el estudio letón Mailitis Architects ha resuelto con audacia, con un gran respeto tanto hacia el medio natural como a las tradiciones, sin renunciar a la modernidad. La actuación se realiza en la parte alta de la colina, desarrollando formalmente los dos símbolos que utilizan los jardines zen por todo el mundo, esto es, la montaña y el árbol. La primera, la montaña, es el propio edificio, el segundo, el árbol, es una carpa en lo alto.
La superficie de la escalera está proyectada como continuación de la topografía del lugar, ajustando la iluminación natural y la ventilación. Los niveles superiores de las escaleras dan forma a un escenario polivalente, un anfiteatro con un túnel de viento, para actuaciones aéreas. Se han combinado hábilmente tecnologías tradicionales y modernas, con una superestructura de acero, cortada con rayo láser, soportando escalones de piedra artesanal, procedentes de la cantera adyacente.
La composición tiene cuatro zonas funcionales diferenciadas, esto es, la superficie exterior, el escenario, el área de representaciones interior y la zona de maquinarias con el referido túnel del tiempo. El teatro interior se desarrolla en tres plantas e incluye todos los locales necesarios. Y sobre todo el conjunto vuelan los monjes, felices con su filosofía basada en la disciplina y el autocontrol. Leer más aquí
Francisco Camino Arias | Arquitecto